Bruno Ciocler, de 28 años, hijo del aclamado actor Caco Ciocler, encontró en tierras canadienses el suelo fértil donde su trayectoria pudo enraizarse libre, ligera y legalmente. En su finca en Canadá, cultiva cannabis y comparte en redes sociales no solo técnicas de cultivo, sino una visión del mundo: que el acceso a la cannabis medicinal es una cuestión de dignidad.

En un país donde la planta está legalizada, Bruno vive con su esposa e hija, y muestra, con serenidad, la rutina entre macetas, hojas y flores. “En Brasil, era un criminal. En Canadá, soy un ciudadano de bien”, escribió en una de sus publicaciones, reflexionando sobre las abismales diferencias morales entre geografías y legislaciones. “La peor de las prisiones está dentro de nuestra mente. En nuestras creencias y valores”, publicó en su red social. 

Cannabis legal en Canadá: entre la libertad y la responsabilidad

Desde octubre de 2018, Canadá legalizó completamente la cannabis para fines recreativos y medicinales, convirtiéndose en el segundo país del mundo en adoptar este modelo, después de Uruguay. La regulación permite que los adultos mayores de 18 o 19 años puedan cultivar hasta cuatro plantas por residencia, adquirir en tiendas autorizadas y portar hasta 30 gramos de la sustancia en público.

La política canadiense se basa en tres pilares: proteger la salud pública, sacar la planta de las manos del crimen organizado y garantizar un acceso seguro a quienes lo necesitan. Cultivar en casa, como hace Bruno, es una elección posible y respetada, especialmente en comunidades rurales y familiares, donde el cuidado de la tierra se mezcla con el cuidado del otro.

De la criminalización a la conciencia: un relato en primera persona

El tono del activismo de Bruno no es agresivo, sino profundo. Lleva el peso de quien ha visto, sentido y vivido el prejuicio en un país que, hasta hace poco, veía con ojos turbios el uso de la cannabis, incluso en contextos terapéuticos.

Mientras que en Brasil el Tribunal Supremo Federal despenalizó la posesión para uso personal solo en junio de 2024, en Canadá, Bruno se ha dedicado durante años a la práctica del cultivo consciente. “Quien más sufre es quien necesita y no tiene acceso. ¡Legalícenlo ya!”, defiende él, con firmeza y compasión.

Entre sol y viento: la simplicidad como enseñanza

Bruno también se propone desmitificar el cultivo de la cannabis. Sin ocultar los detalles, muestra que la práctica puede ser accesible. En una de sus explicaciones, enseña:

“Cultivo semiabierto (outdoor) en suelo. A diferencia de los cultivos hidropónicos en entorno controlado que he mostrado, este cultivo utiliza solo luz solar y ventilación natural, sin ningún tipo de control climático. Una opción más económica para el cultivo en el verano canadiense”.

Es en este cuidado con la tierra y con el otro que Bruno, poco a poco, ayuda a cambiar el imaginario colectivo sobre la planta, transformando el tabú en técnica, el prejuicio en compartir.
 

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